FRACASAR FRACASA CUALQUIERA. (El tema es animarse)

Dicen los que saben de diseño que la Naturaleza no estuvo bien diseñada. No es perfecta: Es demasiado verde, iluminación muy directa, mucha sombra y sin contraluz.

Pero aun imperfecta, la Naturaleza es sabia. Porque la imperfección y la sabiduría son parte del mismo sistema y se necesitan. Se realimentan.

Lo mismo pasa con la naturaleza del mundo emprendedor: la sabiduría está atada a la experiencia que a su vez mejora en su paso por la imperfección.

¿Qué quiero decir con esto? Que el fallar y el saber juegan para el mismo equipo. El equipo de quien se anime a emprender.

Hablemos del fracaso y olvidémonos por un rato del éxito. Porque el éxito es la parte menos interesante en el proceso hacia la innovación. Está sobrevalorado y el fracaso, injustamente devaluado, por lo que merece ser repensado (y revaluado, claro). Yo quisiera que podamos ubicarlo en un lugar mejor.

En Silicon Valley sugieren “Fail fast, fail often” (fracasa rápido, fracasa mucho). Pero, ¿están hablando de lo mismo que lo que nosotros entendemos por “fracasar”?

Veamos:

No hubiera existido la compañía PIXAR, esa fantástica empresa de realización de cine animado, tal cual hoy la conocemos si no hubieran despedido y eyectado a Steve Jobs de su silla de capitán de Apple después de fracasar con su proyecto LISA. Y tampoco hubiera existido el IPhone, si no hubiera fallado el proyecto de Steve Jobs, NeXT.

Y no estamos hablando de cómo se sintió el pobre Steve cuando lo echaron de su trabajo. Estamos concentrándonos en qué hizo con los fracasos que tuvo que afrontar. 

Cuando empecé a investigar casos para escribir el el libro “Historia de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo” me crucé con muchas historias reales perfectamente imperfectas de gente reconocida y emprendedora de todos los tiempos, que se propuso un objetivo y luchó para conseguirlo. Y a medida que encontraba cada vez mejores historias, aparecían nuevas que las superaban. 

En el libro hay historias que demuestran cómo el fracaso empuja a los proyectos, aúna a los equipos y mejora las investigaciones. También se demuestra con casos reales cómo el fracaso es fundamental para la innovación, a su desarrollo e investigación. Pero este libro, por sobre todas las cosas, habla de gente como cualquiera de nosotros, curiosa, o muy curiosa qué, frente a lo adverso e impensado, siempre quiso saber un poquito más. No detener la marcha, el proceso, y avanzar.

En Historia de fracasos y fracasados que cambiaron el mundo se habla de innovación, pero también de casualidad, porque muchas de las ventajas que nos ofrece la vida moderna, aparecieron sin querer y por casualidad. Eso se llama “Serendipia”. Encuentros con lo impensado que aparecen como por arte de magia. Cómo la historia del Teflón, el Post It, el papel celofán, la dinamita, el estetoscopio, el marcapasos, la penicilina, y tantos otros elementos que hicieron aparecer por casualidad aquellos alquimistas a quienes sólo les interesaba encontrar la piedra filosofal y el oro.

El fracaso siempre está presente en el camino de la innovación y el futuro. Desde Gaudí a Jack Ma. De Mozart a Einstein. Del Whatsapp a la Fábrica de viajes a la Luna de Google. Todos tienen sus historias de fracasos que contar, y muchas de ellas están contadas en este libro. Otras, habrá que buscar o escuchar. 

Están los que antes no se animaban, y ahora se suben a escenarios para demostrar que errare humanus est. Y está bien. Yo lo celebro. Así como la Naturaleza es sabia pero imperfecta, el hombre desde sus orígenes escribió su historia gracias a su imperfección y su sabiduría.

Thomas Alva Edison hablaba de los 1.000 intentos hasta lograr el filamento perfecto que diera vida a la primera lámpara de luz. Pero ¿es la aparición de ese filamento la parte más jugosa de su historia? No para este libro, que elige enfocarse en los tropiezos de Edison, en esos 999 fracasos. Esas 999 oportunidades que desafiaron al inventor y su equipo a buscar en todos los rincones de su laboratorio y fuera de él, hasta llegar a donde se había propuesto.

Así es como funciona el “Sistema del desafío emprendedor”: crear, planificar, prototipar, probar, fracasar, evaluar, aprender del proceso, volver a crear, volver a planificar, volver a prototipar, volver a probar, volver a fracasar, volver a evaluar y seguir aprendiendo del proceso. Y después, recién después de varias vueltas, quizás se pueda lograr estar en el punto de llegada con la sensación de haber recorrido el mejor camino hacia el objetivo final.

Un emprendedor que fracasa es una persona desafiada. Y ese es el mejor estado en el que puede estar un emprendedor. El constante desafío es el motor que lo mueve y que mueve el mundo innovador.

Hablar de fracasos no es hablar de logros, sino de desafíos. Desafíos a la observación, a la prueba, a la creatividad y a los sueños. Porque detrás de cada innovación, hay un soñador que ha sabido fracasar.

DEMIAN STERMAN / @demiansterman (en todas las redes)

Mi trabajo:

Desde hace 30 años trabajo en temas relacionados con la creatividad, la innovación, el periodismo y la comunicación.

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